19 abril 2024

Aunque soy un hombre de 24 años, no tengo pena al admitir que durante el último año he llorado más duro que jamás en mi vida. Dos veces.
Las dos ocasiones tienen que ver con mi padre, y ninguna de las dos fue causada directamente por él. De hecho, el ni siquiera supo que ninguna de las dos ocurrió.
Les voy a contar sobre las dos ocasiones para que puedan entender por qué mi papa ha sido una de mis inspiraciones más grandes y también una de las personas que me ha causado más dolor en esta vida. En vez de simplemente contar las dos historias, les voy a decir unas cuantas cosas sobre mi padre para que lo puedan conocer un poco. Durante su descripción, les voy a contar porqué sus decisiones y acciones me llevaron a un punto de lágrimas sin igual a otro evento que haya sucedido en mi vida.

Mi papá casi no ha ido de vacaciones en 7 años. Él empezó su propio negocio en el cual entrega productos mexicanos alrededor del área metropolitana y en algunas ciudades afuera de la ciudad. Él va conociendo a gente, estableciendo relaciones, compra los productos que vende, los entrega él mismo, paga sus impuestos y mantiene todo en orden él solo. Sin empleados y sin escusas.
Hace unos meses fui a trabajar con él. Mientras que manejábamos, él me dijo que siempre había querido vivir cerca de una playa. Fue entonces que me di cuenta de cómo se habrá sentido una vez el 14 de julio del 2010 a las 12:04pm cuando yo estaba de viaje con mi novia de aquél tiempo. Él me mandó un mensaje diciendo “Han nadado nene… supongo q si. Q envidia, yo hace años q ni a un charco llego” (todavía tengo el mensaje grabado en mi tarjeta de teléfono).

Mi papá ha estado pagado la colegiatura de dos hijos. Ya que yo no podía trabajar hasta que cumplí 21 años (y aun así solo podía trabajar adentro de la universidad por un máximo de 20 horas) y mi hermano tampoco podía trabajar hasta que tenía 21, mis padres han sido los que han tenido que pagar por todo porque en verdad no podíamos aunque quisiéramos. En pocas palabras: o ellos pagaban por nuestra universidad, o no hacíamos nada con nuestras vidas. Así de simple (repito, no había alternativa a la escuela porque no podíamos trabajar). Digo que él pagó nuestra colegiatura porque mi mama gana más dinero porque cuando mi mamá quería ir de vacaciones a la India con sus amigas, o visitar a familia en México, él dijo “¡Vete! Yo aquí sigo adelante.”

Mi papá es una de las personas más consideradas, amables y vaciadas que puedas conocer. Él puede hacer amigos con cualquiera si es que quiere, y siempre te hecha un juego de palabras para que haya un poco de risa. La única razón por la cual yo soy bueno en cualquiera de esas cosas es porque lo he visto hacerlo y empecé a copiarlo hasta que mejoré. Él es una de las personas que en verdad saben cómo escuchar a la gente sin importar cuanto ‘poder/autoridad’ él supuestamente tenga sobre ellos. Cuando mi hermano y yo éramos chicos y nos portábamos mal, él nos daba cocos en la cabeza (es decir, como tocando una puerta) como manera de disciplinarnos hasta que un día dije “Pa… eso me duele  [psicológicamente] cuando lo haces.” Desde entonces nunca lo volvió a hacer. Nunca. Siento que muchos padres dirían “Bueno, si quieres dejar de ser castigado, entonces tienes que dejar de portarte mal”, pero en vez de hacer eso, él se dijo a sí mismo “Yo soy el que tiene que cambiar mi manera de castigar. Sin importar lo que ellos hayan hecho, yo estoy haciendo algo malo.” Sólo un hombre verdadero entiende que violencia y el castigo físico crean más resentimientos que lecciones.

Mi papá ama a mi mamá. Él es uno esos tipos que le dice a mi ma directamente cuando está mal en medio de un argumento y le advierte que va a subir de peso cuando se sobrepasa de comida grasosa. ¿Qué desgraciado no? Pero sólo le dice a mi mamá que está mal cuando ella contradice algo que ella misma dijo  y se lo puede probar, y en verdad no le importa si rompe su dieta, pero sabe que mi mamá quiere estar a dieta. Cómo él me ha dicho “Si yo no les digo las verdades duras que tienen que oír, tal vez nadie lo haga.” Él es de los cuates que sorprenden a mi mamá con regalitos y gestos solo porque sabe que le gustan. De ser honesto, yo nunca supe ni me importó lo que es el feminismo hasta que me di cuenta que prácticamente creo en igualdad porque así es como mi papá es con mi mamá, y así nos crio. La cosa número uno en mi mundo es mi madre, no porque me haya dado vida, sino porque es la cosa número uno en su mundo [de mi padre].

Hay muchos padres que hacen estas cosas. Mientras que admiro a cada uno de ellos y espero que otros sigan en su ejemplo, aquí es donde voy a empezar a hablar sobre lo más serio.

Mi papá es un ilegal. Francamente, ni siquiera estoy seguro sobre los detalles, pero estoy casi seguro que se convirtió en ilegal del mismo modo que me puede pasar a mí… por defecto. No sé si en verdad saben algo de inmigración o solamente pretenden saberlo, pero déjenme enseñarles la regla de oro sobre inmigración en [aparentemente] cualquier país: Si no te largas cuando “nosotros” te digamos, eres un ilegal. Verdaderamente es así de fácil. Es por eso que hay visas de turistas, trabajo, matrimonio, etc… si tu visa expira sin que alguien en el país te ayude a conseguir otra (y no siempre es tan fácil para ellos), entonces o te vas o tú mismo te conviertes en uno de la escoria humana de ilegales de los que gente/políticos en ese país se quejan, sin importar cuanto contribuyas a ese país o que gran persona moral seas.
(Por favor no intenten discutir conmigo sobre esto. Ha sido mi mundo entero por 13 años. Yo sé lo que digo a pesar de lo que creas haber leído).
Si en verdad se quieren poner políticos, o patriotas, y quieren que mi padre esté dentro de la cárcel o fuera de este país porque “merece ser castigado por romper la ley”, entonces déjame mostrarte su castigo:

Mi padre no puede viajar. Después de un tiempo, no pudo renovar su licencia porque no tenía los documentos legales necesarios. No ha conseguido casi ni un ticket de exceso de velocidad y hasta dejo de manejar completamente por un mes cuando un DUI (conducción bajo influencia del alcohol) erróneo apareció en su record (no tengo ni idea de cómo carajos llegó a ponerlo en su record un policía con todo y una foto de un tipo que no se parece en nada a mi papá). Ah, y por cierto, su trabajo depende de manejar. Si no maneja, no puede entregar productos a sus clientes (algunos de los cuales están a tres horas manejando), pierde clientes y todo su trabajo e ingresos se van al caño. Mi mamá y hermano tuvieron que tomar tiempo fuera del trabajo/estudios para manejarlo a todos lados porque no podríamos dejar que eso pasara. No ha tomado vacaciones en años porque en verdad no ha podido. Y aunque pudiera tomar tiempo libre, no puede subirse a un avión porque la seguridad lo detendría por no tener identificación válida. Ya hemos visitado todas las ciudades a un radio de 10 horas manejando, así es que ¿a dónde irá? ¿A Chicago otra vez? Bueno, es parece ser suficiente para él. Pero me mata saber que el merece más.

Mi padre pasa la mayor parte de su tiempo solo. Uno de mis dichos favoritos dice “Si te sientes solo cuando estás solo, estás en mala compañía”… Entonces mi papá ha de ser el mero mero si se pasa tanto tiempo solo y no se ha vuelto loco. Maneja de un lado a otro y es amigo con todos sus clientes porque lo adoran (es súper social cuando quiere). Pero manejar todo el día significa que pasa más tiempo solo que con cualquier cliente, o sea que ¿en verdad qué tan profunda es su relación? Cada miércoles, mi papá se levanta a las 4:30am y maneja tres horas para entregar productos a algunos clientes en otro estado y luego maneja otras tres horas de regreso. Amo todo lo que tengo tiempo para pensar cuando estoy manejando solo, pero en verdad me pregunto si seis horas en un día, cada semana, además de todo el manejar durante otros días no es demasiado.
Pero él lo hace. Tiene que hacerlo.

Mi padre pasó 7 años escuchando historias sobre como su propio padre se estaba muriendo, y no pudo ni siquiera ir a darle un abrazo a él o a su madre. Mi abuelito se estaba muriendo de Parkinson cerca de la ciudad de México. Esto fue particularmente doloroso para mí también porque cuando yo era chico, también viví con mis abuelitos hasta que tenía seis años. Vivíamos en la misma casa y hacíamos todo tipo de cosas juntos, así es que para mí, mis abuelitos son prácticamente mis papás también. Esto tuvo un efecto enorme en mí porque crecí con tanto amor y cariño que no soporto la idea de vivir lejos de mis papas cuando yo tenga hijos míos. Cuando venimos a Estados Unidos, mis abuelitos vinieron a visitar cada año por cinco años. Cada año. Mi papá encontraría un modo de tener vacaciones y manejábamos a las ciudades cercanas para pasear a mis abuelitos (Chicago, Dallas, Minneapolis, San Luís, Denver, etc). Pero luego se enfermó mi abuelito. Muy enfermo. Y ya no podía viajar. Mi papá no podía salir del país porque salir del país significa ser castigado (es decir, no poder entrar otra vez por 10 años o más), a menos que en verdad inmigrara ilegalmente, en cual caso puede ser matado por intentar. Mi abuelito ya no podía venir a visitar y mis abuelitos no tienen una computadora o internet confiable en el pueble en donde viven, entonces no podían usar Skype.

Lo único que mi papá tuvo por los últimos 7 años de su papi fueron llamadas diciendo:
“Estoy bien hijo, ¿y ustedes?”…
“Me siento un poco débil y se me olvidan unas cosas, pero la medicina ayuda”…
Y luego:
“Mijo, tu papá ya no puede hablar mucho por teléfono porque se le olvida con quién habla, o sea que tienes que hablar fuerte y lento”…
“Hijo, tu papá ya no puede hablar por teléfono. Está más o menos, pero las medicinas en verdad lo están debilitando y ya no habla tanto ni se mueve mucho”…
Nunca quiero imaginar cómo se escuchó o sintió la última llamada. Sólo sé que desperté la mañana del 7 de septiembre del 2013 y cuando llegué a la sala mi mamá me dijo “tu abuelito se murió hace unas horas…

Ya sabíamos que iba a pasar por años; casi podía decir que lo deseaba para que ya no fuera una angustia tortuosa el imaginar que el muriera. Sólo quería que acabara. Pero cuando entré al cuarto de mi papá esa mañana, él estaba ahí acostado mirando para arriba, parpadeando de vez en cuando y mirando alrededor del cuarto. Sabía que no hay nada que yo pudiera decir o hacer para hacerlo sentir mejor. Así es que me acosté junto a él. Lo abracé. Y lloramos, no sé por cuanto tiempo. No era un llanto fuerte con miles de gemidos. Éramos solo mi papá y yo ahí acostados, con lágrimas, un que otro gemido, y de vez en cuando uno de esos respiros profundos que parecen no traer nada de oxígeno. Sabíamos que nunca más escucharía la voz de su padre o sentiría su abrazo. Su padre no era más que una memoria.
Una de esas dos veces en la que lloré más que nunca fue unas semanas antes cuando me di cuenta que mi abuelito estaba a punto de morir, y no había absolutamente nada que yo pudiera hacer para ayudarle a su hijo, mi papá, a que le diera solamente un último abrazo. Lo único que podía hacer era estar ahí sentado, esperar las noticias malas, y estar ahí con mi pa cuando finalmente sucediera.

Mi padre tiene miedo de sufrir el mismo destino conmigo que él sufrió con su padre. El segundo día que lloré más en mi vida fue el día que me corrieron de mi trabajo porque yo sabía lo que eso significaba. Quedarme en este país querría decir que me tomaría opciones de vida que no me gustaban y pondría más de mis deseos de ver el mundo en una pausa indeterminada; perder mi trabajo me dio la libertad de finalmente seguirlos.

Me vale madre, me voy a Europa. Es lo que quiero, y es mi mejor opción si en verdad quiero hacer algo con mi vida.
El día que perdí mi trabajo fue el día que llore tanto porque tenía que decirles a mis padres que a pesar de todos sus esfuerzos y dinero, su hijo, el cual no es ciudadano de E.E.U.U. o residente permanente, estaba de regreso a una situación asquerosa donde perdería estancia legal en agosto. Su hijo estaba eligiendo salir de este país voluntariamente y renunciar cualquier tipo de estancia legal; él podrá venir de regreso nada más como un turista el cual puede visitar solamente por una cantidad de días cada año. Su hijo tal vez cumplirá su sueño de vivir en Europa pero vivirá con siete horarios de diferencia, a $1,000 de una visita, y tal vez no regresará.
Mi papá me ha intentado presentar todo tipo de argumentos por los cuales no debería irme y he tenido un contra-argumento para cada uno de ellos (porque soy muy testarudo). Tuvimos algunas discusiones intensas que me hicieron enojar y su lógica me enfuriaba. Pero to no tengo ningún argumento contra sus emociones. No se cómo se siente vivir la muerte de tu padre a través de un teléfono. No sé cómo se siente nunca poder darle un “último abrazo” porque la última vez que lo viste no iba a ser la última. Tristemente, tal vez descubriré cómo se siente ahora que me voy, pero espero que no. Sé que eso es lo que lo aterra. Sé que mi padre no quiere que eso me suceda, ni tampoco a él otra vez. Y sin embargo de algún modo llegó a aceparlo, del mismo modo que tuvo que aceptar el no ver a mi abuelo una última vez.

Mi padre ha tenido que arriesgar y sacrificarlo todo. Mi papá pudo haberse ido de este país cuando se expiró su visa. Pudo haber dejado a su esposa e hijos aquí o haberlos forzado a irse otra vez solamente porque él tenía que irse.
Pero el decidió quedarse.
Amaba a sus hijos y su esposado demasiado como para dejarlos o arriesgar una vida menos feliz para ellos de la que él podía darles si se quedaba aquí ilegalmente, operando su propio negocio y siguiendo todas las otras leyes. Él se convirtió en el típico ilegal estigmatizado, rompe-leyes “que se vaya a su pinche país” que este país detesta. Y lo hizo porque él sabía que era la decisión más amorosa que podía tomar, y porque mantendría a su familia junta y feliz. Él perdió vacaciones, amigos, orgullo, paz mental… hasta perdió a su padre por tomar esta decisión. Ahora tiene miedo de perder a uno de sus hijos del mismo modo que perdió a su padre, y ha aceptado no solo tomar ese riesgo sino también ayudar a financiarlo.

Él tiene todas las razones de este mundo para estar deprimido y rendirse. ¿Qué más puede perder? Probablemente el libro más influyente que he leído es The Road Less Traveled escrito por M.Scott Peck, porque trata sobre amor y familia. Me enseñó que debo procurar tomar casa decisión que tome en la manera más amorosa que pueda sin importancia a que tan incomodas sean las consecuencias para mí. Y esto es algo que él ejemplifica más que cualquiera que yo haya conocido. Él es su propio hombre y no les puedo decir cómo piensa, pero les puedo decir que es una de las personas más felices que conozco a pesar de todas las cosas que le han sucedido. De algún modo su esposa, sus hijos, y la felicidad de ellos son suficiente para que él sea feliz. De algún modo todas las estupideces legales que este sistema lo han hecho sufrir no han sido suficiente para acabarlo. De algún modo él decidió que la decisión más amorosa no siempre es la más legal. Es por eso que escribí esta carta. Quiero a mi padre, y las cosas que él ha sufrido merecen al menos un poco de admiración. No hay medalla que le pueda o le vaya a retribuir lo que merece o vaya a arreglar los dolores que ha sufrido, pero al menos ahora saben sobre ello y ojala entiendan las decisiones que ha tomado y porque lo hizo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *